En taxi, por Agadir y cercanías
A principios del pasado mes de marzo, viaje hasta Agadir, para realizar un reportaje sobre esta ciudad del sur de Marruecos y sus alrededores, por encargo de la editorial con la que colaboro habitualmente. Al parecer, ese día el aeropuerto de Al Massira, no registraba muchos vuelos y cuando aterrizamos solo pude ver un avión en la pista, el nuestro. Por esta razón cuando me disponía a abandonar el aeropuerto, observé como una nube de taxistas, se arremolinaban alrededor de los pasajeros que iban saliendo, para ofrecerles sus servicios.
A principios del pasado mes de marzo, viaje hasta Agadir, para realizar un reportaje sobre esta ciudad del sur de Marruecos y sus alrededores, por encargo de la editorial con la que colaboro habitualmente. Al parecer, ese día el aeropuerto de Al Massira, no registraba muchos vuelos y cuando aterrizamos solo pude ver un avión en la pista, el nuestro. Por esta razón cuando me disponía a abandonar el aeropuerto, observé como una nube de taxistas, se arremolinaban alrededor de los pasajeros que iban saliendo, para ofrecerles sus servicios.
Decidí tomarmelo con calma, y antes de abandonar las instalaciones aeroportuarias, me tomé un café en uno de los bares que encontré, en el interior (por cierto bastante caro, como en todos los aeropuertos, claro). Cuando ya vi que el único "turista" que quedaba era yo, salí con calma, hacia los taxis que aún permanecían en la parada, dirigí mis pasos hacia una esbelta furgoneta Hyundai, que destacaba sobre los Mercedes, mucho más numerosos. Los modelos de esta marca alemana, son desde hace décadas los más utilizados por los taxistas marroquíes.
El conductor de la Van, un hombre de complexión delgada y no muy alto, se dirigió hacia mi, viendo como yo buscaba con la mirada al conductor de ese vehículo. Tras una breve trata sobre la tarifa del servicio, iniciamos el recorrido que me llevaría hasta el hotel en la ciudad.
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Vista panorámica de la ciudad de Agadir desde la Kasbah |
Habiéndole puesto al día sobre mis intenciones de trabajo, Mohamed, que es como se llamaba este taxista, pareció interesado y en consecuencia quedamos emplazados para tomar un té, al final de la tarde y tratar sobre los itinerarios y los precios.
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El taxi de Mohamed |
El vehículo, gracias a su altura sorteaba bien los caminos de tierra, por los que teníamos que circular para llegar a los escenarios que yo había previsto. Mohamed, lejos de quejarse, resultó ser un excelente compañero de viajes, que además conocía a un montón de gente, en cada lugar al que llegabamos.
Como durante los dos días que llevábamos recorriendo los alrededores de Agadir, ya habíamos comido en sitios para nativos y en sitios para visitantes, al tercer día, que nos dirigíamos hacia el Valle Paraíso, el amigo Mohamed, se ofreció para cocinar e invitarme a un Tajín de cordero. Así que por la mañana temprano, a pocos kilómetros de la ciudad, paramos en una aldea del camino, en la que se aprovisionó de las verduras y el cordero necesarios, para este típico plato de la cocina marroquí. Que más tarde, prepararía en el kiosco de uno de sus conocidos en el camino de acceso a Valle Paraíso, mientras yo andaba haciendo senderismo por entre los barrancos del lugar.
El Tajín, finalmente resulto bastante exquisito y abundante, gracias amigo Mohamed.
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Tajín de cordero, marroquí |